Se dice que cada hemisferio del cerebro controla distintas cualidades y aptitudes del ser humano. El hemisferio izquierdo controla la lógica, el raciocinio, lo sistemático, lo estructurado, lo analítico, el orden, los detalles y las matemáticas. El hemisferio derecho controla la pasión, la creatividad, lo artístico, lo emotivo, la imaginación, la música, la diversión y la visión amplia de las cosas.
En un mundo lleno de dicotomías, la necesidad por categorizar una cosa de una manera u otra parece ser lo común. Sin embargo el emprendimiento parece salirse de ese patrón.
Cuando el emprendedor está contemplando su idea ciertamente domina el hemisferio derecho del cerebro, la creatividad y la imaginación toman el control mientras la visión toma forma. Por otro lado cuando se comienza a trabajar sobre la idea y transformarla en un proyecto real, el control pasa a ser prácticamente exclusivo del hemisferio izquierdo gobernado por la lógica. Sin embargo a partir de este momento es que algo verdaderamente esplendido ocurre, a medida que nuevos retos se van presentando, uno mas difícil que el otro, obligan al emprendedor a no solamente utilizar su lógica analítica del hemisferio izquierdo sino que también necesita de la creatividad del hemisferio derecho en muchas ocasiones para escabullirse en el sistema y a al mismo tiempo marcar su diferencia ante la competencia para resaltar en el mercado. Estas situaciones se volverán cada vez mas reiterativas a lo largo de la experiencia empresarial.
Toda persona que logre capitalizar sobre las dos caras de esta moneda tendrá una gran ventaja, y sus acciones aparentaran ser intuitivas, diseñadas especialmente para ellos, como si el universo conspirara en su favor, pero la realidad es que su habilidad para ver todas las piezas del juego son las que generan el verdadero valor que lo diferenciará del resto.
Así que ni uno ni el otro. Todos para uno y uno para todos como decían los mosqueteros.
En un mundo lleno de dicotomías, la necesidad por categorizar una cosa de una manera u otra parece ser lo común. Sin embargo el emprendimiento parece salirse de ese patrón.
Cuando el emprendedor está contemplando su idea ciertamente domina el hemisferio derecho del cerebro, la creatividad y la imaginación toman el control mientras la visión toma forma. Por otro lado cuando se comienza a trabajar sobre la idea y transformarla en un proyecto real, el control pasa a ser prácticamente exclusivo del hemisferio izquierdo gobernado por la lógica. Sin embargo a partir de este momento es que algo verdaderamente esplendido ocurre, a medida que nuevos retos se van presentando, uno mas difícil que el otro, obligan al emprendedor a no solamente utilizar su lógica analítica del hemisferio izquierdo sino que también necesita de la creatividad del hemisferio derecho en muchas ocasiones para escabullirse en el sistema y a al mismo tiempo marcar su diferencia ante la competencia para resaltar en el mercado. Estas situaciones se volverán cada vez mas reiterativas a lo largo de la experiencia empresarial.
Toda persona que logre capitalizar sobre las dos caras de esta moneda tendrá una gran ventaja, y sus acciones aparentaran ser intuitivas, diseñadas especialmente para ellos, como si el universo conspirara en su favor, pero la realidad es que su habilidad para ver todas las piezas del juego son las que generan el verdadero valor que lo diferenciará del resto.
Así que ni uno ni el otro. Todos para uno y uno para todos como decían los mosqueteros.
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